Abogada de corazón
Llegó la hora de elegir profesión y no sabía si ser abogada porque me molestan las injusticias hacia las personas más vulnerables, o prepararme en psicología para escuchar y ayudar a la gente a sanar esas heridas del alma, capaces de dañar mentes y vidas.
Pero al fin opté por estudiar leyes, deseando obtener armas sociales para luchar contra la injusticia, promoviendo los derechos de todos y asesorando a los más vulnerables para no ser víctimas de chantajes y algunos abusos de autoridad, pues eso de escuchar a la gente y darle consejos, sí se me da dando algo de alivio a su corazón.
Así que me preparé para abogada anhelando ejercer mi profesión siendo una de las principales víctimas se la discriminación laboral y aquellos a quienes quise ayudar porque tampoco confiaron en mí viendo siempre mi discapacidad, antes que mi profesión e intención de luchar por la justicia social, todo por no querer entender que con las herramientas adecuadas, puedo trabajar eficientemente como cualquier ciudadano normal, dejándome en una lucha sin fin la cual a menudo sentí perder, hasta recuperar fuerza y valor para despertarme y reflexionar sobre la misión de un buen abogado.
En realidad la abogacía no sólo es del licenciado en derecho, sino también de quienes abogamos, por la atención e inclusión general de personas con discapacidad, eso hice antes de ser abogada.
Entonces ahora más preparada, seguiré haciéndolo con amor, porque abogados sociales hay muchos y abogados solidarios muy pocos. Será un gran privilegio, trabajar por las sensibles personas capaces de ver con ojos del alma y progresar con la luz del amor, para deslumbrar a una sociedad perdida entre las sombras y el frío, de la apatía y la mediocridad.
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